Armando una historia de rompecabezas

Desde hace veinte años tengo afición por armar rompecabezas. El primero que compré fue La Orana María de Paul Gauguin, mil piezas, de la marca Nuova Arti Grafiche Ricordi (AGR)… ¡son lo mejor que hay!

El tamaño de las piezas, el corte cuidadoso y bien logrado, la calidad de las impresiones, los colores, los acabados, pero sobre todo, la exactitud en el engranaje de las piezas, me lleva a imaginar el concepto “timing” que utiliza el ballet para referirse al ritmo, velocidad y pausas cuando una bailarina se mueve o detiene, acompañado de los sonidos y movimientos exactos para generar ese sentimiento dramático y de acción en las obras.

Al armar un rompecabezas, no hay placer más extraordinario que cuando la pieza ansiosamente buscada encaja y se acomoda suave y exacta en otra, creando ese “timing” gozoso de embonar la extremidad perfecta.

Mi afición no es solamente por armarlos, también lo es por coleccionarlos. Al terminarlos, los dejo expuestos un tiempo en la mesa, les sacudo el polvo, los miro y miro; luego los vuelvo a desbaratar y los guardo. Cuando pasa el tiempo y se me antoja los vuelvo a armar. Hará unos cinco años que me dediqué a armarlos todos. Los fui enfilando uno sobre otro, así que tenía sobre la mesa una especie de torre plana con todos mis rompecabezas. Ahora están apilados en sus respectivas cajas.

Me gustan las piezas que forman pinturas famosas; no me gustan los paisajes ni los animales ni los puentes y mucho menos esos que son de muchas figuras chiquititas que en conjunto forman otra imagen más grande. He pasado horas y días armando obras de Gauguin y Van Gogh, Matisse, Remedios Varo, Picasso, Dalí, Kandisky, Rousseau, Velázquez, Da Vinci, Veronese, Degas y Klimt.

Además, he sofisticado mis adquisiciones. Al principio las compraba en jugueterías, pero desde hace varios años me dado la alegría de comprarlos en museos y tiendas especializadas. Así que tengo singulares souvenirs de la “National Gallery” y “The Natural History Museum” de Londres, del “Ashmolean Museum” de Oxford, del “Museo Maggritte” de Bruselas, del “Museo Nacional del Prado” en Madrid, del “Louvre” en París, entre otros.

Evidentemente ¡tengo mis favoritos! Solamente mencionaré dos y que curiosamente… no son pinturas famosas. Uno de ellos lo encontré en el Ashmolean, Museum of Art and Archaeology, University of Oxford. La imagen que se conforma es una reproducción del Manto de Pocahontas. El manto original es de piel de venado y está decorado con conchas. Una diferencia es que en vez de cartón las piezas están hechas de madera, unos tres milímetros de grosor. Las piezas no son con formas tradicionales. Así como dos piezas pueden formar el marco de un “cuadro” puedes encontrar un pincel o una forma completamente irregular. Aunque sólo tiene 250 piezas es una obra de arte que verdaderamente se disfruta armar… y oler.

El segundo es un regalo que me hicieron y tampoco es una obra de arte. Según la caja es el rompecabezas más difícil de todo el mundo. Me retaron y acepté. Consta de 529 piezas, pero dada su dificultad equivale a un rompecabezas de 4000. ¿En qué consiste? Es un pequeño cuadrado de 38 cm por 38 cm, cuya imagen son puros clips de colores regados. Lo interesante es que es un rompecabezas de doble vista; es decir, tiene la misma imagen por ambas caras solo que la imagen en una de ellas esta girada 90° en relación a la otra y todas las piezas, con excepción del marco, son exactamente del mismo tamaño y forma. No hay manera de saber qué lado es cuál, ya que la forma como fue cortado impide que las orillas estén dobladas de manera que no se puedan identificar. La caja recomienda que si te parecen confusas las explicaciones lo que tienes que hacer es ¡intentar armarlo! Y ya lo hice tres veces.

Ninguna mesa de las que tengo da la talla para mi hobby. La superficie no me alcanza. El rompecabezas más grande que tengo es de 1500 piezas, sueño con tener uno de 5000.

Si algún día quieren hacerme feliz, regálenme un rompecabezas. O una mesa.

@DoraAyora